COMPARTIR UNA VISIÓN

Publicado el por N.B. / Marta Mtz. Arellano (autor)

Boy on top of mountain enjoying the view (photo: DesignPics Inc.)
Boy on top of mountain enjoying the view

Después de mucho tiempo dedicándome profesionalmente a la mentoría para el desarrollo de empresas y proyectos emprendedores, he llegado a la conclusión de que una Empresa es un gran navío en el que se embarca un grupo de personas que hace algo concreto de forma rentable. La Empresa es una herramienta administrativa al servicio de un grupo concreto que desea hacer algo a su manera en un ámbito determinado del mercado.

Los aparejos con los que se pertrechará ese navío para tener éxito y obtener beneficios, serán las aspiraciones de sus promotores, su inteligencia en la forma en la que obtienen, aportan y combinan los necesarios talentos y activos para satisfacer una necesidad concreta (y demostrada) de una forma personal y única en el mercado. Orquestar las aspiraciones y los activos con el fin de resolver necesidades de mercado con nuestra Propuesta Única de Valor, alcanzando al mismo tiempo un acertado equilibrio entre ingresos y gastos es la verdadera alquimia de cualquier proyecto empresarial o emprendedor exitoso.

Las aspiraciones pueden ser sueños, que pueden devenir pesadillas si no alcanzamos a ser lo bastante visionarios y cautos como para soñarlas con algún vínculo a nuestros activos y a las realidades del mercado. Hasta donde alcanzo a vislumbrar las empresas más exitosas con las que he trabajado y me he topado en el mundo, comienzan con una imagen clara del destino final de su viaje. Sus promotores tienen la pasión y la claridad necesarias para poder describir con certitud el aspecto que tendrá la iniciativa en el momento de su éxito y apogeo. Es decir, son capaces de pintar el destino de su viaje desde su mero comienzo. Tienen una Visión, una Visión Clara del lugar al que desean llegar.

Esto les permite mostrar el aspecto del destino a todos aquellos a los que reclutan, son capaces de reclutar a las personas y los recursos que éstas aportan no por necesidad, sino conforme a un plan concreto bien trazado para alcanzar ese objetivo. Esta “foto Finis” inicial les permite no sólo explicar con pasión a dónde se encaminan, sino ser coherentes en su viaje e ir midiendo exactamente si su camino les lleva exactamente allí donde desean ir, o si debe cambiar de estrategia en caso de haber extraviado su rumbo.

No hay duda. Esta claridad en el destino final invita a remar al unísono. Sabemos a dónde nos dirigimos y todos remamos en la misma dirección. No se pierde ni un ápice del esfuerzo. No hay dudas, no hay vacilación, no hay rencillas o malentendidos personales…

Sin embargo, como consultora de desarrollo de negocio he experimentado que esta claridad en la visión no es tan común. He encontrado empresas realmente estupendas que se esfuerzan con denuedo tras perder el norte, cada uno de sus directivos, mandos intermedios, trabajadores… cada uno rema en una dirección diferente. Jadean intentando reflotar una iniciativa sin claridad de rumbo, con un ojo en la cuenta de pérdidas y ganancias, y el otro en su particular versión de lo que significaría “un Destino común” a veces incluso tratando de conjurar el destino propio.

Es por esta perspectiva por lo que la Visión Compartida es tan importante para mí, porque devuelve a la Empresa su razón de ser, reúne a todo el mundo alrededor de unos objetivos comunes y consensuados, confiere confianza y claridad tanto al equipo gestor como al equipo de trabajo y contribuye a evitar esfuerzos denodados e ineficientes. Sencillamente párese a pensar: con un equipo que rema al unísono en pos de una línea de destino claramente definida, al líder le bastará con arengar al equipo… y los números responderán con disciplina matemática.