El descubrimiento de La Fageda

Publicado el por NAVARRA CAPITAL (autor)

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Cristóbal Colón es el fundador y director de una empresa que da trabajo a personas con discapacidad psíquica y enfermos mentales de La Garrotxa, en Girona, que no solo es rentable sino que es la tercera más reputada de España en el sector alimentario.

Cristóbal Colón es el fundador y director de La Fageda, una cooperativa que ha conocido el éxito con sus yogures, derivados lácteos y productos alimenticios, que es rentable, factura 20 millones al año y es la es la tercera empresa alimentaria más reputada de España. Pero lo más importante es que da empleo a las personas con discapacidad psíquica o enfermedad mental crónica de la comarca gerundense de la Garrotxa, donde se encuentran sus instalaciones, en pleno Parque Nacional de la Zona Volcánica.

Cristóbal Colón, nacido en Zuera (Zaragoza) hace 67 años, no tiene nada que ver con quien desembarcó en América en 1492 pero juega con su nombre y dice que también es un descubridor. Y así narra su ‘descubrimiento’: a los 13 años murió su padre y empezó a trabajar con su tío, que era sastre, “de modo que esa es mi profesión”. Estudió psicología y al terminar la mili visitó el manicomio de Zaragoza, lo que vio le dejó tan impresionado que decidió trabajar allí “para intentar mejorar algo” la vida de los internos.

“Militaba en el Partido Comunista y la Brigada Político Social presionó hasta que me despidieron del hospital, así que me tuve que ir a trabajar a manicomios de Barcelona”. Y allí es donde hizo su descubrimiento: “Me di cuenta de que el trabajo es tan importante para la gente que le ayuda a vivir, y que también podía ser una herramienta terapéutica para las personas con una enfermedad mental o discapacidad psíquica”. Armado con ese convencimiento emprendió actividades y proyectos que buscaban “transformar la vida de esta gente, sacarles de la monotonía de esos patios en los que no tenían otra cosa que hacer que consumirse”.

Además de excursiones, un taller para hacer pinzas, el montaje de lámparas y manualidades ocupaban a los enfermos mentales, “pero era hacer como si trabajásemos, estábamos jugando a trabajar”. Tras diez años en los hospitales psiquiátricos entró en una profunda crisis profesional al comprobar que las mejoras conseguidas eran escasas y que poco más se podía avanzar en un manicomio: “Abandoné la psicología convencional al darme cuenta de que la única forma de ayudar a esta gente es montar una empresa de verdad”.

Cuenta con gran sentido del humor sus gestiones para poner en marcha un proyecto empresarial donde los discapacitados se sintieran útiles y capaces de hacer cosas. Su idea era buscar una masía para instalarse y producir o fabricar algo que ya se vería lo que era. La localizaron en Olot y en 1982, acompañado de su mujer, Carme Jordá, visitó al alcalde para explicarle el proyecto: “El pobre vio a un señor con pelos largos que decía que era Cristóbal Colón, que venía de un hospital psiquiátrico y que quería montar una empresa con 14 enfermos mentales pero que no sabía lo que iba a producir. Me miró pensando que el enfermo mental era yo”.

El caso es que logró convencer al alcalde y “sin un duro” se fue a la desaparecida Caixa de Barcelona, donde también les convence para que le den un crédito “de medio millón de pesetas ¡al 16%!”. Con tan precarios medios y ayudados por un equipo de colaboradores se lanzaron a la aventura. Lo intentaron con la imaginería religiosa, un fracaso al que siguió el del taller textil, “nos equivocamos decenas de veces, pero detrás de un error siempre hay una solución”. Al final la encontraron en casa, la masía había sido una explotación ganadera y probaron fortuna con la producción de leche, aprovechando una parte para hacer yogures. Quienes los iban conociendo se convertían en fieles clientes que, además, fueron pregonando sus virtudes. Boca a boca, sin ninguna publicidad, la demanda fue aumentando y hoy producen 70 millones de unidades de yogur con leche de la propia granja, donde las vacas son criadas con mimo y cuidados, como la música clásica que escuchan en la ganadería.

El yogur, que se distribuye únicamente en Cataluña y que Cristóbal Colón asegura con total seguridad que es “el mejor del mundo”, propició no solo la estabilidad financiera que su utopía precisaba, sino que generó ganancias que permitieron ampliar las áreas de negocio a otros derivados lácteos (con 18 variedades diferentes) y helados, a la jardinería, la horticultura y las conservas vegetales, con unos niveles de calidad que han elevado a la cooperativa al tercer puesto entre las empresas alimentarias más reputadas de España.

Por otra parte, reciben hasta 50.000 visitantes cada año –los denomina “turistas industriales”– que tras su paso por la masía “se convierten en nuestros mejores embajadores y pasan a ser consumidores de nuestros productos ¡para siempre!”.

Ahora, al mirar hacia el inicio de su aventura, Colón asegura que lo complicado no fue trabajar con personas con discapacidad o enfermos mentales, sino constituir la empresa“porque si de algo sabemos es de la problemática social de esta gente, somos profesionales en eso, de lo que no teníamos ni idea era de montar un negocio”. Define La Fageda como “un proyecto social que utiliza como herramienta una estructura empresarial”, y rechaza que sea considerado simplemente un lugar en el que trabajan discapacitados: “Formamos un colectivo de personas con distintas capacidades, todos los seres humanos servimos para algo, seamos como seamos, y lo que hacemos es descubrir los talentos de cada uno y potenciarlos para así devolver a nuestros trabajadores la autoestima y ese sentimiento de dignidad que algunos han perdido”, insiste Cristóbal.

Añade que los alrededor de 170 empleados enfermos mentales o discapacitados psíquicos se sienten orgullosos del trabajo que realizan, y proclama, también con orgullo, que ha podido demostrar que “personas que nunca habían trabajado, que vivían unas vidas sin sentido, cuando disfrutan de unas condiciones laborales adecuadas pueden hacer un producto de altísima calidad que compite ventajosamente con marcas como Danone Nestlé”. Su cuota de mercado sigue creciendo, a pesar de que el precio de los yogures es un 40% superior al que sale de las fábricas de las multinacionales.

Cristóbal Colón proclama que las personas que trabajan en La Fageda han pasado de ser elementos inactivos y consumidores de recursos “a levantarse felices por la mañana porque se sienten útiles, saben que son muy importantes para la cooperativa y que forman parte de un equipo, su realidad ha cambiado”. Advierte que eso no hace que se curen, pero sí mejora su autoestima y sentimiento de valía personal, con lo que también mejora su enfermedad “o al menos su control”.

También mejora la calidad de vida de las familias de los trabajadores, que experimentan una tranquilidad que desconocían cuando los tenían internados en el manicomio, “nuestro compromiso no es de trabajo, sino de vida. Las personas están con nosotros hasta que mueren o hasta que nuestros servicios no son los adecuados para atenderles”, comenta este atípico psicólogo, que también ofrece en la masía actividades asistenciales como servicios de residencia e integración social, terapia ocupacional o actividades de ocio y tiempo libre.

Cristóbal Colón confiesa, con un tono en el que se mezclan la sorpresa de que jamás pensó que su proyecto iba a llegar a ser lo que es hoy, y el orgullo de que ha demostrado la validez de la filosofía que lo sostiene frente a la “anquilosada” psiquiatría tradicional. No es el único que lo cree, a juzgar por los premios que ya ha recibido su iniciativa.

Esta conversación se celebró con motivo de la participación de Cristóbal Colón en la reciente Pamplona Innovaction Week.


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