Tras el 20N, ni milagros, ni desánimo

Publicado el por N.B. / EL MUNDO EMPRESARIAL (autor)

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En algún momento de este comienzo del mes de diciembre, tendrá que romperse el silencio postelectoral, anunciarse las primeras medidas y avanzar la composición del nuevo gobierno. No esperen milagros, no los habrá. Lo reconoció Mariano Rajoy en el balcón de Génova a punto de dar paso al 21-N. Tampoco habrá 100 días de “vísteme rápido que tengo prisa”, ni traspaso acortado. La presión de los socios europeos, la prima de riesgo y los mercados, persistirán hasta la investidura y más allá de que el nuevo gobierno se ponga en marcha en el linde de 2012.

Habrá que seguir levantandose todos los días como si “el 12 del 12” fuera el fin del mundo, como si el día siguiente no existiera hasta el día siguiente. Hacer “lo humanamente posible” no es poca cosa, pero habrá que hacerlo cada día; salvar las dificultades, rendir al máximo y no desfallecer. Aún así, sabiendo que es lo que toca hacer y haciéndolo de buen grado, es posible que no sea suficiente.

Lo problemático ahora es acertar. Cualquier medida que se adopte conlleva un tiempo de implantación y su resultado no será inmediato, los frutos se observarán pasados unos meses. Se tardará tiempo en saber si efectivamente se está en el buen camino, si salimos de la atonía o si empieza a cambiar el panorama. Por eso, es más crucial que nunca dar en el clavo: pasó el tiempo de probaturas y esperar brotes verdes.

El quiz de la cuestión es tomar decisiones adecuadas y, ahí se abre un océano de alternativas. ¿Incentivar o recortar?,.. ¿inflación o recesión?,.. ¿euro fuerte o exportar?,.. ¿déficit o reforma fiscal? Las urnas han podido despejar algunos trazos de la hoja de ruta: hacer recortes, no incurrir en déficit pero, no conocemos cómo será el ajuste fino que se lleve a cabo. Así las cosas, ¿cómo generar confianza? Hay tres áreas sobre las que asentar los pilares de la credibilidad: el Económico, el Exterior y el Industrial.

Los medios se han afanado estos días en conocer quién será el timonel económico que inicie la legislatura y vaya a capitanear las primeras medidas. De su perfil dependerán los matices, el “hasta dónde”, la letra pequeña. El profesor de la “London School of Economics”, Luis Garicano, ha sido uno de los primeros en quitarse de en medio; dará consejo pero no estará en la sala de máquinas. En su opinión, “los mercados no se van conformar” con tibios anuncios que suenen a las medidas típicas que toma un gobierno para desplazar unos meses la atención sobre su evolución; tienen que ser medidas de choque. Hay que “meter mano” con reformas en profundidad al mercado laboral, a la financiación (sobre todo a las cajas) y adelgazar las administraciones regionales. Sea cual sea el mirlo blanco, no se desviará mucho de esta senda.

Nuestra presencia en el exterior, debe también respirar algunas líneas maestras: hablar idiomas, estar presente en la toma de decisiones, llevar una postura clara y reforzada por el consenso en el propio país,.. Todo ello, seguramente ayude.

Pero hay aún elementos más básicos en los que centrarse como la defensa del euro, agilizar la toma de decisiones y reforzar el proyecto europeo en calidad de proyecto conjunto. Son la referencia primordial de nuestra realidad política, social y económica, a partir de la cual hacer valer el ascendiente latinoamericano, acercarse al Magreb o potenciar la relación con los países emergentes.

¿Cuál será el sector que tire del empleo?… ¿Serán los servicios?... ¿La vuelta al campo para cultivar patatas con denominación de origen?… El tiempo lo dirá. Quizá cambiando la filosofía del subsidio por el incentivo al empleo, se ganará competitividad laboral. Quizá haciendo que se recupere la capacidad de financiación que ahora bloquea el sistema. Quizá estableciendo unas normas claras en el sector energético, primando la limpieza pero sin descuidar la eficiencia, también se pueda avanzar. Quizá buscando un mejor retorno de las infraestructuras y tecnologías en las que invertimos. Quizá, con todo ello, el panorama sea otro. Quizá.

Sólo en el campo energético, uno de los sectores estratégicos que puede favorecer la competitividad del resto, hay trabajo para un par de legislaturas, pues los problemas se han ido enquistando desde hace tres o más mandatos. Si seguimos sin cobrar la energía al precio que cuesta, sin tener un criterio europeo sobre la energía nuclear, sin invertir en un centro de residuos nucleares lo que pagamos a Francia para que nos custodie los idem, sin favorecer las renovables que suponen un desarrollo de la investigación o un avance en eficiencia, sin eliminar el subsidio al carbón, sin invertir lo necesario en conexiones internacionales que permitan exportar los picos de producción... Si dejamos sin resolver tantos problemas en lo energético, lastramos el avance de los demás sectores.

No basta con que el actual parque de empresas siga funcionado; hacen falta nuevas inversiones y, éstas no se consiguen sin una “mentalidad de país”, sin confiar en nuestras propias posibilidades.

Sorprende lo alto que se ha llegado en lo deportivo, con un notable éxito que se prolonga ya durante más de un lustro. Fue después de muchos años de concienzudo trabajo en la línea acertada. Los valores que aún tiene el Estado Español, deben ponerse a funcionar en pocos meses. No hace falta llegar a campeones del mundo; bastará con no descender a otra liga distinta de la que se juega.

Sorprende lo alto que se ha llegado en lo deportivo, con un notable éxito que se prolonga ya durante más de un lustro. Fue después de muchos años de concienzudo trabajo en la línea acertada. Los valores que aún tiene el Estado Español, deben ponerse a funcionar en pocos meses. No hace falta llegar a campeones del mundo; bastará con no descender a otra liga distinta de la que se juega.

¡A trabajar!
Ni milagros, ni desánimo.