2º CONGRESO NACIONAL APD

Publicado el por N.B. / Marta Mtz. Arellano (autor)

Localizacion(es): Valencia

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Valencia nos acogió entre pitos y caceroladas previas a la jornada de huelga general convocada para el 14 de noviembre. Dentro del Palacio de Congresos de Valencia unos 1500 profesionales asistimos a jornada y media de reflexiones y propuestas para caminar “Conquistando el Futuro”, un eslogan que recibió las alabanzas de muchos de los ponentes.

El contenido del congreso se dividió en cuatro paneles: “conquistando al cliente”, “conquistando el talento”, “conquistando la competitividad” y “conquistando la ilusión y la confianza”.

Entre los ponentes, firmas de renombre personal o empresarial; entre los asistentes, profesionales, directivos y políticos de grandes corporaciones, de varias regiones españolas. La valoración de las propuestas realizadas por parte de los asistentes se iba midiendo a lo largo de las jornadas a través de encuestas online que establecían parámetros de acuerdo y desacuerdo en distintos aspectos tales como el liderazgo de nuestros dirigentes, nuevos entornos de marketing y de mercado... Y en los cafés yo, revolvedora como soy, departí con propios y extraños para descubrir tres grandes tendencias: “vengo a que me vean”, “vengo a ver”, “vengo a saber”.

36 horas en las que todos y cada uno de los oradores se dirigía a un público que en ningún momento echó la culpa a otros, se lamentó de la crisis o buscó excusas y subterfugios para no cumplir con su propia parte de la tarea de rescatar la esperanza y mostrar el camino.

Parecía quedar claro que es responsabilidad nuestra salir de la situación en la que nos encontramos y que se impone realizar medidas de gran calado. Se aplaudió de forma espontánea la propuesta del Sr. Camuñas de cambiar la ley para incentivar la profesionalización, la responsabilidad y el respaldo personal de los políticos, así como instar a la supresión de instituciones poco operativas. Se esbozó la necesidad de que las instituciones, lejos de cuidar de nosotros, se aboquen a la tarea de establecer un marco jurídico estable y confiable en el que fomentar no el consumo sino la inversión, porque sólo la inversión revertirá la situación económica. Y sólo los empresarios lideran esa inversión transformadora. Por tanto a nosotros nos compete. 

Distintos puntos de vista, distintas propuestas para subrayar que no estamos en época de crisis, sino en cambio de época. Una época que requiere el liderazgo eficiente de personas activas, contestatarias, que piensen “fuera de la caja”, que enfrenten el sistema imperante y propongan alternativas… ¿Se imaginan una empresa en la que se premie este tipo de descaro? ¿Se imaginan un alumno con estas características en una de nuestras aulas? No, ciertamente, es este el tipo de Talento que llena la boca de programas más o menos rimbombantes, pero que nuestra escuela o nuestras ISO particulares cortan por lo sano. Y por ello se propuso el cambio de sistema, de un sistema educativo a un sistema de aprendizaje, al tiempo que se alentaba a las empresas a revisar los valores que pilotan su gerencia. 

A través de las distintas ponencias de los paneles III y IV reforcé mi impresión de que la competitividad y la ilusión es cosa de “cambiar de gafas” para ver el mundo más allá del negro y limitado panorama con el que ahora quieren que miremos la realidad en nuestro entorno. Es cuestión de colaborar y sumar neuronas dejándose el ego en la mesilla de noche, buscando aportar más allá de la cuenta de resultados, o de la nómina invariable mes a mes.

Innovar, emprender, competir, equilibrar seguridad, coste y sostenibilidad requieren un cierto espíritu de compromiso y buenas dosis de optimismo. Entre las frases con las que el Congreso nos regaló entre ponencia y ponencia, me gustó una de Churchill: “soy optimista, no le encuentro utilidad a ninguna otra opción”. Sólo quien confía en sus propias capacidades, quien no teme equivocarse puede poner todos sus recursos creativos al servicio de la empresa, y sólo así, con todos los recursos creativos alineados hacia un objetivo concreto, se alcanza el éxito de la competitividad.

A lo largo de 36 horas escuchamos hablar con pasión de responsabilidad personal, de cambios profundos con medidas concretas, de compromisos con la felicidad personal y con el progreso… Soy consciente de que tal vez tan sólo fuera un paréntesis en el discurso imperante, que al finalizar la clausura lo urgente tal vez no dejaría tiempo a lo importante. Y aún así, me sentí acompañada. Eché en falta un plan común de acción, concreto y escalado en el tiempo… porque lo que no tiene fecha, no sucede.

Yo tengo el mío, ese plan que me lleva, como al muchacho de “la balsa de Medusa”, a seguir en proa agitando el pañuelo, inasequible al desaliento, buscando sumar voluntades para crear realidades. Será con seguridad preciso aligerar la carga para no hundirnos y sobre todo dar la bienvenida a brazos bien dispuestos a alinear sus esfuerzos. ¡Remeros conscientes y esforzados, bienvenidos a bordo!