¿Improvisando o ensayando?

Publicado el por José Manuel García Galicia (autor)

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Cómo una corbata puede ayudarnos a comprender que conseguir clientes es un proceso.

Adolfo Ríos era un hombre admirado y respetado. Era el hombre mejor vestido que había en el país. Lo tenías que voltear a ver cuando pasaba con su camisa blanca impecable, el cuello y los puños franceses almidonados, gemelos dorados, traje con un corte espectacular, zapatos recién lustrados y la corbata que resaltaba siempre llevando un nudo hecho a la perfección. Era el importador más grande de tractores en Guatemala en los años 70, 80 y 90. Adolfo también era el dueño de las agencias de coches Rover, Minicooper, Nissan, Skoda y Suzuki.

Adolfo era uno de mis mejores clientes y amigo a la vez.  Un día jueves, aún recuerdo muy bien, estaba yo en su oficina cuando me pidió que lo acompañara a comprar una corbata porque tenía una boda. Lo acompañé y fue toda una ceremonia escoger el color, la tela, el largo, etc. Le pregunté que cuándo era el casamiento, si el viernes o el sábado, a lo que me respondió riéndose que como iba a comprar una corbata el jueves para una boda que era el sábado.

-¿Cómo así? Pregunté en mi ignorancia.

–Las corbatas hay que “domarlas” seis meses antes de ponérselas porque nuevas no visten bien, pues el nudo no es cosa del primer día y no hay peor enemigo de la elegancia que una corbata mal puesta y con un nudo recién hecho.

En ese momento entendí que no él era elegante por casualidad. El miraba el detalle y “ensayaba su elegancia”. Me dejó marcado e impresionado. Me dio una de las mejores lecciones de la vida. Hay tantas cosas que hacer para poder reflejar algo. Siempre pienso en él cuando un cliente abre un negocio y quiere clientes pronto. No es cosa de un día ni de una idea. Hay que hacer primero el nudo y domar la corbata…luego vendrán los clientes.

Juan Manuel García Galicia,

Peter Jordan Consultores

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