Flow asesora a 16 comercios minoristas de Burgos para mejorar su rentabilidad

Publicado el por Iñaki Eguia (autor)

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La consultora especializada en el sector retail participa en el II Plan Estratégico de Apoyo al Comercio de Proximidad de Burgos, impulsado por la Cámara de Comercio y el Ayuntamiento

● Las tiendas de moda, joyería, complementos o equipamiento de hogar reciben claves para avanzar en nuevos modelos de negocio, estrategias de marca, brandlanding, diseño etc

Un total de 16 comercios minoristas de Burgos están recibiendo asesoramiento individualizado para mejorar su rentabilidad a través de la consultora especializada en el sector retail Flow. La iniciativa se enmarca dentro del II Plan Estratégico de Apoyo al Comercio de Proximidad de Burgos 2016-2019, impulsado por la Cámara de Comercio de Burgos y el Ayuntamiento.

La compañía Flow, formada por consultores, arquitectos, diseñadores, interioristas y comunicadores, ofrece una visión para crear tiendas y espacios comerciales rentables y que generen valor para sus clientes. Su experiencia se ha plasmado en casos de éxito en numerosas farmacias, carnicerías, locales de hostelería, entidades financieras como Laboral Kutxa, la cadena de tiendas de apuestas Reta, o el Athletic Club de Bilbao.

La metodología de Flow para impulsar la rentabilidad del comercio minorista se desarrolla a través de un diagnóstico individualizado, sesiones de formación, talleres para asegurar la aplicación práctica de los contenidos de cada tema; y una evaluación para medir los indicadores de mejora señalados y claves para continuar evolucionando en positivo.

El asesoramiento a los 16 comercios minoristas de Burgos, entre los cuales están establecimientos históricos de sectores como la moda, los complementos, joyerías o equipamiento de hogar, se inició con un diagnóstico de su situación, que contó con la participación de la Cámara de Comercio. 

Los responsables de Flow destacan que la situación actual, se caracteriza por la desconexión de una gran parte del comercio tradicional con una parte importante del mercado, y su origen se produce de un tiempo en el que había más demanda que oferta, por lo que era fácil vender y captar clientes.

Este hecho generó gran cantidad de comercios con propuestas generalistas o con planteamientos de especialización orientada al producto, que ahora encuentran grandes dificultades para subsistir en un contexto en el que la situación se ha invertido por su escasa capacidad de aportar valor a la compra.

Con un mercado saturado, mayor competencia, un consumidor expuesto a diario a cientos de impactos promocionales y cada vez más profesionalizado, el comercio debe orientarse a satisfacer las necesidades concretas de una parte definida del mercado a través de una propuesta de valor lo más relevante posible.

Ante estos retos, la estrategia de Flow se basa en apostar por nuevos modelos de negocio, orientados al cliente, que conocen sus intereses y tratar de establecer una relación a largo plazo, para amortizar el coste cada vez mayor de la captación de clientes. La originalidad, la novedad y la claridad de la propuesta comercial son necesarios para aportar más valor al cliente.

La estrategia de marca, para que sea percibida como singular y destaque sobre su competencia, debe presentar una serie de promesas, que deben ser cumplidas y consideradas atractivas para su cliente objetivo.

Para este objetivo, es importante explicar qué ofrece el negocio, a quién se dirige, y qué elementos lo hacen diferente y en el mejor de los casos único. Logotipo, diseño del local y su comunicación son aspectos prioritarios en este ámbito.

Flow dispone de un brandlanding que define los objetivos concretos y cuantificables para un local comercial, la experiencia del cliente en el punto de venta, las necesidades que requiere el espacio, y un aspecto coherente con la marca.

El cliente necesita encontrar que obtiene más valor en la transacción, y en este punto tienen un papel protagonista las experiencias de cliente, el proceso en el que se relacionan una marca y un cliente. Este proceso se desarrolla en una serie de puntos de contacto que tienen lugar antes, durante y después de la compra.

La experiencia de cliente se da aunque no finalice en compra. Los puntos de contacto o fases de la relación con el cliente pueden darse en distintos canales: presencial, online, telefónico, etc.

La experiencia de cliente es una buena inversión, ya que facilita la satisfacción del cliente final y, a la larga, su fidelidad. Un cliente fiel es doblemente rentable porque con él se amortiza el coste de captación y porque suele comprar más y más a menudo. Además, puede actuar como prescriptor, recomendando la compra a otros clientes.

El valor añadido es un criterio subjetivo y será distinto para distintos tipos de cliente. Generalmente, el valor añadido está compuesto de varios elementos como pueden ser: rapidez y comodidad del proceso de compra, asesoramiento personalizado, ambiente de compra agradable, ausencia de elementos potencialmente estresantes (colas, turnos, aglomeraciones…), etc.