El internet que permite hablar a las vacas

Publicado el por N.B. / SPRI (autor)

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Una jornada del Grupo SPRI muestra la realidad y el futuro del Internet de las cosas, los nuevos servicios, productos y negocios que surgen con la Red.

Dispositivos que miden el estado de las plantas y emiten una protesta cuando necesitan riego, vasos que miden el nivel de glucosa de la bebida o tenedores que precisan la rapidez con la que comes son algunos ejemplos. El investigador de la Universidad de Deusto Diego López de Ipiña ha destacado la industria 4.0, en la que se van a incrementar el número de robots “pero no dentro de jaulas, sino trabajando mano a mano con las personas”

Una jornada organizada por el Grupo SPRI, a través de su servicio Enpresa Digitala, y celebrada en el Parque Científico y Tecnológico de Gipuzkoa, ha mostrado la realidad y futuro del denominado Internet de las cosas, los nuevos servicios, productos y negocios que surgen con la Red. Diego López de Ipiña, investigador de la Universidad de Deusto, ha expuesto numerosos ejemplos: dispositivos que miden el estado de las plantas y emiten una protesta cuando necesitan riego, vasos que miden el nivel de glucosa de la bebida, tenedores que precisan la rapidez con la que comes. Incluso en sectores como la ganadería, con “vacas que hablan con las vallas y éstas con el control de datos del caserío. Es hacia dónde evolucionamos”.

López de Ipiña ha resaltado que Internet de las cosas afecta a todos los sectores de nuestra economía. “Hace ya más de 10 años que el número de dispositivos supera a las personas. En 2020 habrá 26.000 millones de dispositivos conectados a internet”. Su génesis parte de 1992 cuando surgió el primero dispositivo inteligente conectado: una máquina expendedora de bebidas. “El termino internet de las cosas fue acuñado en 1992 por Kevin Aston del MIT”.

En una explicación sencilla, el investigador ha ofrecido la definición de  Internet de las cosas: “Tenemos cosas que eran físicas, que damos lugar a que ofrezcan funciones y, si las conectamos con otras, ofrecemos servicios”. “Ahora todo objeto que nos rodea puede darnos datos: la silla en la que nos sentamos nos puede indicar cómo apoyamos la espalda, el tiempo que permanecemos”. Se trata, ha agregado, de un habilitador de procesos más avanzados de análisis de información y dispositivos al servicio de las personas para hacer personas y entornos más inteligentes.

López de Ipiña ha resaltado como su “gran contribución” las mejoras de la seguridad y la energía, la fabricación de productos de mayor calidad en menor tiempo o la mejora de la relación con los clientes. 

Los ejemplos prácticos son ya múltiples. En el consumo, se ha referido a paraguas cuyo mando parpadea cuando va a llover, dispositivos que miden el estado de las plantas y emiten una protesta cuando necesitan riego, vasos que miden el nivel de glucosa de la bebida, tenedores que precisan la rapidez con la que comes (pensado para personas con problemas digestivos), cepillos que miden como te limpias los dientes o pulseras que concretan las calorías que consumes. López de Ipiña ha puesto el ejemplo de un producto singular que está en fase de comercialización. “Son duchas que se ponen en verde cuando el consumo es normal y en rojo cuando excede. Además, se alimenta por una turbina, no necesita electricidad, lo que incrementa su valor sostenible”. En Estados Unidos y el Reino Unido ya se comercializan altavoces inalámbricos con los que se puede hablar a partir de una palabra clave.

La otra gran aplicación es la industria 4.0 y abre “grandes oportunidades al añadir complementos de electrónica e informática a las máquinas para tomar decisiones basadas en información real y no en estimaciones”. Como ya se está vaticinando por los expertos, López de Ipiña ha señalado que la industria 4.0 va a incrementar el número de robots en la industria “pero no dentro de jaulas, sino trabajando mano a mano con las personas”. “Va a proporcionar oportunidades de crear modelos de negocio y ofrecer productos personalizados”.

Internet de las cosas llega a sectores donde la tecnología tendría más dificultades, como la ganadería. “El ganado ya tienen tarjetas que informan de las inspecciones sanitarias, donde ha vivido. Al llegar al matadero y hacer los paquetes de carne, cada vez es más factible saber si tienen la temperatura adecuada o si la res ha sufrido alguna enfermedad y entonces poder retirar las paquetes de carne o avisar a consumidor”. López de Ipiña ha augurado que la agricultura del futuro pasa por un profesional mucho menos esclavizado al campo, ya que sus drones y sensores “puede controlar el estado de sus campos y sus reses, tener vacas que hablan con las vallas y éstas con el control de datos del caserío. Es hacia dónde evolucionamos”.